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viernes, 30 de mayo de 2008

Pasado, presente y futuro de la UE. Una construcción inconclusa

Hace poco el consejo Europeo celebró el 50 aniversario del Tratado de Roma.

Se contemplaron desde esta efeméride los logros y objetivos alcanzados por la Unión en este medio siglo.

Estos 50 años han estado caracterizados por el éxito, la consolidación del concepto de Europa y el progreso económico vivido desde entonces por los Estados miembros.

Para España, que entró junto a Portugal en 1987, el balance es altamente positivo.

Sin embargo aún queda mucho por hacer en esta Unión Europea, desde el punto de vista político y social. La gran cuestión que encontramos hoy al hablar de Europa es como conseguir la voluntad común necesaria para que esta Unión de Estados (que comienza a ser política), de el paso último hacia la consolidación de una Democracia política a nivel supranacional. Esta gran democracia europea no puede desligarse de la propuesta progresista: la Europa ciudadana y social.

Hagamos un poco de historia para saber de dónde venimos, donde estamos y reflexionemos hacia donde deberíamos caminar ahora, en esta primera década del Siglo XXI.

Los primeros pasos hacia la unión y la disolución de fronteras se dieron en el marco de la Guerra Fría, que enfrentó a las dos potencias mundiales (pacto de Varsovia y pacto del Atlántico Norte) y del Plan Marshal que contribuyó a la reconstrucción económica del continente.

Los primeros pasos encaminados hacia la creación del mercado común europeo, consiguieron un acuerdo sobre el sector del acero (CECA), firmado por unos pocos países pero que a la postre sería el germen de la consecución del Mercado Común con la firma en 1957 del Tratado de Roma, considerada la cita fundacional de la Comunidad Económica Europea.

Así se inicia la primera etapa de la construcción europea, que como vemos, tuvo connotaciones económicas y comerciales, pero sin una vertebración desde el punto de vista político. Es por ello que los líderes socialistas y socialdemócratas del momento vieron con cierto recelo aquello que consideraban “la Europa de los mercaderes”, en sentido peyorativo.

Esa primera etapa de recuperación económica sentó determinantemente las bases del sistema de economía capitalista en las sociedades occidentales del continente. Un sistema que estaba basado en el Estado del Bienestar y el Keynesianismo.

Estos años de bonanza y progreso económico dieron lugar a los llamados “treinta años gloriosos” (transcurridos entre el final de la guerra y la crisis mundial del petróleo) que trajeron consigo un espectacular desarrollo de las sociedades europeas en un contexto en el que se llevaban a cabo las descolonizaciones, se instauraba el Estado del Bienestar como una alternativa al fascismo y el comunismo y se comenzaba a hablar de política, derechos y valores a nivel europeo.

Sin embargo, continuaba sin existir un nexo entre el desarrollo económico y el establecimiento de un marco político definido.

La segunda etapa de la Unión Europea se inicia con el año que cambió el mundo: 1989 (la caída del muro de Berlín, la unificación de Alemania, el fin de la guerra fría, el planteamiento de las relaciones internacionales desde un punto de vista más unifocal , la victoria definitiva del parlamentarismo occidental y la desaparición del comunismo como modelo político…)

En este contexto, la Comunidad dio un salto cualitativo, un salto hacia la Unión, un acelerón para integrar en la agenda la dimensión política.

La Unión europea sería a partir de entonces, “una unión política, económica y monetaria”. Se comenzó a hablar de ciudadanía europea, de cohesión, de poner en marcha los motores de una Política exterior, de seguridad y de Justicia comunes, y se comenzaron a llevar a cabo ampliaciones del mapa europeo: Suecia, Austria y Finlandia, los países de la Europa Central más las repúblicas bálticas, y los mediterráneos Malta y Chipre. Ahora estamos en la negociación de la inclusión del primero de los países balcánicos: Croacia, lo que significaría todo un hito no menos relevante que la posible inclusión de un país como Turquía.

Ahora nos encontramos inmersos en esta segunda fase de consolidación política, para avanzar en este cauce, en mi opinión, Europa debe adaptarse a la nueva realidad continental y mundial. La globalización, las migraciones, el cambio climático, el aumento del comercio mundial, el florecimiento de futuras superpotencias como India, China oBrasil, el progreso tecnológico, el envejecimiento de la población, el reto de la integración y tantos otros, han cambiado el panorama de la Unión Europea.

Los progresistas europeos tenemos que buscar respuestas a todos estos retos, para convertirlos en oportunidades, tal y como nos aconseja el experto Anthony Giddens.

Ahora que los Mercaderes quieren limitar el papel social y político de Europa, para reducirla a un mercado sin aduanas, sin límites (y sin pudor), ahora que Europa está mostrando su peor cara respecto a la inmigración (caso de Italia) y ahora que se dejan a un lado los valores democráticos que inspiraron la Unión en favor de la demagogia y el creciente extremismo, los progresistas europeos tenemos que dar una respuesta clara primero, a estas actitudes, y segundo a todos esos grandes retos que se nos presentan.

Tenemos que:

-Proporcionar seguridad económica a los ciudadanos reformando y ampliando el Estado del Bienestar, ese que nos protege como ciudadanos “desde la cuna a la tumba”. Tenemos que mejorar las condiciones laborales y ampliar los derechos de los trabajadores mediante la promoción del diálogo social. Defender los derechos de los trabajadores, pero también de los consumidores: calidad en los servicios públicos, acceso universal a la educación y a la sanidad…

-Luchar contra la desigualdad y la pobreza planteando un “salario mínimo europeo”, promoviendo la solidaridad, la cohesión y la inclusión de los ciudadanos (comunitarios o no)

-Intentar que la globalización económica no haga mella en nuestro sistema público, en nuestro bienestar, en nuestro medio ambiente. Tenemos que plantear un nuevo modelo de desarrollo económico más competitivo basado en la economía social de mercado (como ya propuso el compañero Bitdrain)

-Culminar esta segunda etapa de consolidación europea con un mayor compromiso político en los valores federalistas.

-Hacer de Europa un referente de paz y un mediador válido para los conflictos internacionales.

Con esta entrada he presentado de forma resumida de dónde venimos, donde estamos y en mi opinión, hacia donde deberíamos caminar ahora los progresistas europeos para dar respuesta a los nuevos y apasionantes retos que se están dando ya en nuestro entorno más próximo.

Por Alberto Ginel Saúl

jueves, 29 de mayo de 2008

(III) TEMA DEL MES DE JUNIO: "Un modelo progresista para Europa"

Comienza un nuevo mes y por ello planteamos a los colaboradores y lectores de la Plataforma un nuevo tema que tratar y sobre el que reflexionar.
Esta vez, y a propuesta de Jorge Mora, siempre tan volcado en temas europeos, buscaremos precisamente, "un modelo progresista para Europa", desde los distintos puntos de vista que aportemos.

Al respecto se me ocurren varios puntos de interés, los cuales podrían ser tocados en nuestras reflexiones:

La Europa social y ciudadana vs La Europa de los Mercaderes
(Estado del Bienestar, protección social, regulación económica a nivel europeo, la cohesión social y territorial en la UE).

E
l papel de Europa en el mundo (cooperación y ayuda al desarrollo, el compromiso de Europa con los países en desarrollo, Europa y la seguridad internacional).

La Europa diversa y de la integración (inmigración, fronteras, la respuesta progresista al populismo xenófobo, la ampliación de Europa: ¿hasta dónde? ¿Turquía sí, Turquía no?).

¿Cómo debe afrontar Europa los retos emergentes más importantes?
(cambio de modelo productivo, cambio climático, cambio social y demográfico, inestabilidad financiera a escala global)
¿Es factible concretar el europeismo de la izquierda mediante una "federación" de los pueblos europeos?

¡Ánimo y a participar!

Saludos progresistas

martes, 27 de mayo de 2008

Nuevo modelo de desarrollo económico y social

Cuelgo el siguiente vídeo porque me ha parecido muy ilustrativo. Expone con total claridad a que nos lleva nuestro actual sistema y cuales deben ser los fundamentos de la nueva economía social. Disfrutado y aprended!

domingo, 25 de mayo de 2008

El trabajador invisible



El trabajador del Siglo veintiuno con respecto al de principios del veinte se ha transformado de forma considerable, los trabajadores de principios de Siglo vivían desamparados, sin ninguna garantía por parte del Estado, sólo podían formar parte del proceso productivo, imprimiendo su fuerza de trabajo en las manufacturas y recibiendo en contraprestación un salario nada adecuado para su esfuerzo, y por tanto no consumiendo lo conveniente, esto sucedía a la par del establecimiento de un situación antagónica de clase y la configuración de un Estado eminentemente burgués supeditado a los edictos del gran capital adicionado con la percepción de que la producción era la variable que decidía los otros sectores económicos(Consumo, Oferta), el capitalismo de esta época ejercía un empobrecimiento del poder adquisitivo en el proletariado aumentando su incertidumbre sobre su destino, este sistema era injusto en grado sumo ya que los trabajadores improductivos (especuladores..) obtenían grandes beneficios gracias a los trabajadores productivos que adquirían la mínima parte de ese beneficio.

Conforme iba transcurriendo el Siglo los cambios iban mitigando esa situación de continua precariedad, así, el modelo Keynesiano introdujo una batería de reformas cómo la agudización del gasto público, la regulación de la Economía por parte del Estado, y una concepción sobre el funcionamiento de la Economía basado en el consumo como variable condicionante de la misma, supliendo a la producción que ejercía ese papel anteriormente, esto provocó que crecieran los salarios para que la gente consumiera y al existir mayor consumo la patronal tuvo un aliciente para producir en mayor medida y por tanto reducir el paro, simultáneamente se constituían Instituciones Públicas que ofrecían servicios a la Sociedad (Sanidad, Educación..) y medidas fiscales que hicieron revertir los beneficios entre los empleados; aunque la tesitura era diferente de la del principios del Siglo, todavía quedaban matices que suponían una diferencia entre estratos sociales.

Con la llegada de los neo liberales una nueva concepción de la Economía se impuso,el divorcio entre el Estado y la Economía y el “dejar hacer, dejar pasar” que promovió Adam Smith se materializaron en la economía inglesa(arquetipo de la eficiencia pública) y en otros países occidentales, la efectividad inglesa en sus servicios públicos disminuyó conforme disminuían los impuestos directos (basados en la equidad), además de la animadversión manifestada por Margaret Tatcher a los Sindicatos y su reivindicación, este modelo basado en la des regulación por parte del Estado limitándolo a un mero arbitro de la Economía y la flexibilidad otorgada a las empresas para poder despedir a su libre albedrío permitió disminuir las garantías laborales y la certidumbre sobre su prosperidad, generando riqueza pero distribuida de una forma poco paritaria.

Actualmente vivimos en un keynesianismo edulcorado por el neo liberalismo, por eso pienso que debemos aplicar los caracteres del Keynesianismo que pueden funcionar en la actualidad (Cobertura pública eficiente, leve coordinación estatal de la economía) y renovar aquellos que se han quedado anticuados cómo las empresas estatales no competitivas haciéndolas más productivas, en definitiva compaginar el desarrollo de la producción con desarrollo social.

La polarización de clases y su supuesta panacea (Comunismo) son dos anacronismos ya que el principio de pauperización que aducía Marx es falaz, la separación entre Economía y Estado es una realidad y el control de la burguesía es menos notorio que en 1848 , ahora sería más apropiado hablar de pos capitalismo, una sociedad en la cual existen estratos trabajadores de cuello blanco (los que trabajan en oficinas), y de cuello azul (emplean su fuerza física ..) pero que al fin y al cabo conglomeran el sector de asalariados, pero esta sociedad pos capitalista no es idílica, persisten diferencias, incluso en el color del “mono” de trabajo cómo ocurre en la Petroquímica de Repsol en Puertollano, un color que hace invisibles a los ojos de muchos a los trabajadores de las contratas.

martes, 20 de mayo de 2008

Liberalismo Social vs. Socialdemocracia

La libertad del hombre como individuo pensante
y ejecutor de su propia voluntad mientras convive en sociedad.

Esa es en mi opinión el fin último y prioritario de toda sociedad. Es, por ello, que siento rechazo hacia todo régimen democrático o no, por toda iniciativa que tiene por misiva la imposición de criterios morales, éticos, hábitos o tradiciones sobre la libertad individual de las personas. ¿Sería la Educación para la Ciudadanía un instrumento para moldear mentes o un mero instrumento para la convivencia cívica?

Rechazo el Anarquismo pues considero que el Hombre necesita de unos medios jurídicos, legales o reglas de juego... de una estructura y "cierta autoridad" que garantice una armonía y convivencia social, ambas en pro de un bien social que pueda poner las bases de la generación de un hombre libre e independiente y no alienado por el Estado.

Según la Wikipedia,

el liberalismo es un sistema filosófico, social, económico y de acción política, que promueve las libertades civiles y el máximo límite al poder coactivo de los gobiernos sobre las personas; se opone a cualquier forma de despotismo y es la doctrina en la que se fundamentan el gobierno representativo y la democracia parlamentaria. Aboga principalmente por:

* El desarrollo de las libertades individuales y, a partir de ésta, el progreso de la sociedad.
* El establecimiento de un Estado de Derecho, en el que todas las personas, incluyendo aquellas que formen parte del Gobierno, están sometidas al mismo marco mínimo de leyes.


En la actualidad el termino liberal se confunde erróneamente con un sector de la derecha democrática e incluso con la corriente neoliberal. Sin embargo, tradicionalmente este concepto no se ata a ninguna corriente considerada de izquierdas o derechas, ambas un tanto desdibujadas en la Era de la Globalización y de dudoso futuro.

Yo defiendo un Liberalismo Social que anteponga al individuo como fruto de toda praxis política, que defenda la libertad individual del hombre en Sociedad, en todos y cada uno de los terrenos, no sujeto a la asfixia estatal de quien intenta imponer y oprimir.

Ello no significa el abandono del Estado ni la reducción "estricta" de su papel como agente social, pues es el Estado el que debe equilibrar y combatir, en base a políticas sociales, las bases mediante las cuales el hombre pueda tener los instrumentos que lo hagan ser libre para elegir su futuro.

Bajo mi humilde opinión, de cara a la galería queda muy bonito pregonar la igualdad de todo ser humano, pero nada mas lejos de la realidad. Todos somos distintos en ideas, sentimientos, pensamientos, razas, tradiciones y un largo etcétera. La igualdad no debe ser una imposición o una exigencia, entendida como la búsqueda de un equilibrio social que en la práctica es no sólo utópico sino identitariamente imposible.

La igualdad social ha de consistir en la ayuda y promoción de iniciativas que hagan que la gente salga de la pobreza, darles instrumentos para que mediante la educación y la tolerancia, cada hombre pueda abrazar un estado de bienestar que le permita alcanzar su plenitud como "hombre libre en sociedad".

Más que tener un Ministerio de la Igualdad considero que se debería luchar por la integración social, por la tolerancia y convivencia de las diferencias culturales y raciales de la Nueva Europa, no tan distinta de la Vieja e Histórica.

La convivencia como base de un sistema que permita la igualdad de acceso a los mismos recursos. Eso es la igualdad que debe perseguirse. La libertad y progreso de los pueblos debe consistirse en la convivencia intercultural y social que abrace como pilar fundamental la Educacion, Desarrollo Social y Personal del Individuo.

Yo defiendo un Liberalismo Social como base de una igualdad jurídica y política que garantice mayores cuotas de libertadad individual (no intromisión del Estado en la conducta privada de los ciudadanos mientras esta no afecte a la libertad social de otros). Este es y deber ser el verdadero progreso social que muchos jalean a los cuatro vientos.

Por tanto, este liberalismo hace uso del trabajo participativo y capitalismo social para reducir las desigualdades sociales pero cuyo centro político es el individuo libre y no el sueño de una sociedad-estado o ente como prioridad.

No importa el sistema sino las medidas que este aplique
y el resultado que estas acciones tengan en el individuo
como agente social responsable e independiente.


domingo, 18 de mayo de 2008

El fracaso del Chavismo y el credo populista

Hugo Chávez, ese ser que se presenta ante el mundo como líder revolucionario de cariz socialista, tal y como él dice, lleva tiempo profundizando en una política de nacionalización de los recursos naturales de "Su Estado".

Créese, este señor, en el deber moral de imponer una política imperialista y de práctica adhesión, que tanto critica al "capitalismo yanki", pero de nuevo calado en toda Sudamérica. Su estrategia exterior se basa en una Alianza con regímenes totalitarios, al que el pueblo poco importa, mas que la supervivencia del régimen en sí mismo y de sus pequeñas o grandes cuotas de poder. Véase Irán o China.

Obviando el afán de protagonismo e impresentabilidad de este erudito gobernante, considerando que Venezuela es un país rico en bienes naturales, no se entiende como un gobernante que dice trabajar para el pueblo, hunda en la miseria la economía de su pueblo, creando enemigos aquí y allá, convirtiendo su país en un lugar aislado y sólo tolerado por sus iguales... bueno y por aquello que puede ser comprado con petróleo. No, no hablo de progreso, bienestar o oportunidades para su pueblo sino la inversión en armamento militar.

Resulta que esa política, lejos de dar un nivel de vida "aceptable" a sus ciudadanos los oprime en el olvido internacional. Diría que Venezuela sigue los pasos de Cuba y me baso en que la inversión extranjera en ese país es casi inexistente, de unos 500 millones de $, lo que viene a ser "pecata minuta".

No critico la nacionalización de los recursos o la creación de empresas monopolistas, en cuanto en tanto pudieran ser competitivas en el exterior, pero habría que ver como evoluciona el mercado interno y el consumo, puesto que al fin y al cabo por encima de las ideas debe estar la supervivencia de la especie.

Mucho me temo que en ese país toda la economía y bienestar de la gente pasará a depender única y exclusivamente del petroleo. Lástima que estos paises no generen "riqueza" y "crecimiento" apoyándose en los recursos naturales, sino que haga que todo dependa de ello, sería algo así como "vivir de las rentas".

Y sí, todo eso desde el punto de vista económico pero desde el punto de vista social la existencia, casi "de facto", de un partido único y la supresión de ciertos medios, aislamiento de líderes opositores, etc etc... deja en entredicho la libertad de expresión.

Peligrosa deriva y preocupante futuro para un pueblo cada día más humillado, manipulado y controlado desde el aparato del Estado.



sábado, 17 de mayo de 2008

El futuro de la socialdemocracia


Tras ver las derrotas de la izquierda europea en Gran Bretaña e Italia, y sumarlas al resto de países europeos donde ya no gobiernan. De momento, es la esperanza.

Y no gobiernan por los fallos propios, que por ser mejor la derecha alternativa. En Italia la izquierda ha renacido en unidad de sus cenizas…en la oposición. En Suecia el hegemónico Partido Socialdemócrata ha vuelto a la oposición en una ¿quizás breve experiencia conservadora? La experiencia sueca no habla de períodos conservadores extensos. Noruega vive de nuevo bajo la izquierda, en Dinamarca no consigue quebrar el bloque de la derecha; Holanda corre el peligro de derivar en un derechisto populista y xenófobo y no prefiero hablar de Bélgica y su deriva federalista o confederalista.

En Portugal y en España la izquierda es fuerte. ¿Por qué? La izquierda europea vive una debilidad extrema: de programa e ideas. El gran programa, que fue el Estado del Bienestar, se ha instalado ya en la Europa occidental. Ahora el nuevo programa, si lo es, es defenderlo del acoso al que se le somete de parte de la derecha neoliberal. España y Portugal aún tienen un bienestar en pañales, Suecia está aún muy lejos, y, mientras se llegue, la izquierda tiene programa.

Las ideas caminan a ser una simple defensa del pasado y de la esterilidad para crear propuestas de los nuevos retos del siglo XXI: ahora quien puede ser conservador es la izquierda y reformista la derecha. Reformista pero no positiva; su reforma es el desmantelamiento del Bienestar por la ley de la selva.

Sí hay una cosa muy esencial que la derecha ha visto y la izquierda ha cedido: las ideas. La izquierda naturalmente tiene ideas, pero no vale tenerlas, no vale pensar que son mejores. Tiene que hacerlas llevar, hacer convencer que son verdaderamente las mejores.

La izquierda ha cometido muchos errores para intentar ganar unas elecciones, el giro a la derecha supone no solo una pérdida de identidad propia del origen humilde, sino la pérdida de ese votante humilde, huérfano de un partido que se le aleja. Y huérfano se echa en los brazos de la izquierda radical o del populismo xenófobo de la ultraderecha. Es una reacción desesperada a opciones que se alejan de llevar un programa creíble, es un voto protesta, no un programa de gobierno.

España ha demostrado que la victoria de la izquierda es desde la propia izquierda; una izquierda enfrentada a la derecha, una izquierda que no sólo ha ganado a la derecha sino que ha hecho algo mucho mejor: convencer. Y convenciendo ha ganado el respaldo de quien antes apoyaba a la izquierda radical o al nacionalismo. El voto protesta se ha convertido al programa de gobierno: en España la izquierda es la que es reformista.

El ciudadano, antes que ser de izquierdas o derechas es ciudadano, posee una conciencia crítica y ansía ilusión. Y votará en conciencia de con quien se identifique más. Y por eso la izquierda puede ganar el apoyo desde la izquierda, sin necesidad de viajar más allá del centro político.

El siglo XX fue un largo proceso de demostración que el futuro no es la ruptura violenta, sino la reforma. Podemos decir que Bernstein ganó el debate, y Kautsky también, porque no apoyó la violencia y pesadilla pervertida que fue el comunismo bolchevique. En esencia, ambos acabaron apoyando lo mismo, y la socialdemocracia alemana caminó por la vía parlamentaria y reformista, junto al resto de partidos socialistas. La alternativa comunista y fascista acabó con una profunda decepción y tragedia para demostrar que únicamente la vía de la reforma ha llevado a la clase trabajadora a avanzar hacia su bienestar material, y a dotar a los sistemas de un funcionamiento democrático y de un Estado de Bienestar.

La I Guerra Mundial acabó con el internacionalismo obrero. La izquierda necesita recuperar un consenso común de actuación, un programa global para aplicar al llegar al poder. El de la derecha es muy claro: destrucción del Bienestar y recorte de los derechos frente a la “amenaza” terrorista. Franklin dijo que quien recorta su libertad para aumentar su seguridad acabará perdiendo ambas cosas. ¿Cuál es el programa común de la izquierda? No hay, la Internacional Socialista ha desvirtuado su contenido para ser meramente un club de partidos. Necesitamos la coordinación internacional, dejar de pensar como países y pensar en globalidad, porque la libertad de la sociedad no es sólo prioridad de Europa, sino del planeta entero. ¿De qué nos sirve Internacional Socialista, la IUSY, ECOSY y Partido Socialista Europeo si no son instrumentos eficaces para la coordinación de las ideas?

Yo veo mucho futuro a la socialdemocracia, pero sólo si sabe dar la cara a la derecha. Y como en España, no basta con gestionar: hay que transformar sin miedo a nada.

miércoles, 14 de mayo de 2008

El personalismo, gusano del socialismo


Resulta admirable el trabajo de muchas personas, personas humildes que entregan su tiempo libre o dan una total dedicación al servicio de las ideas: luchando por el socialismo, trabajando por un ideal y por la mejora de la vida de las personas.

Gente así, son la inmensa mayoría, la mayoría silenciosa que ponen sus cargos y su fuerza para defender hasta sus últimas consecuencias el ideal socialista. Son gente que no quieren ni buscan cargos por tenerlos, por simple ambición propia, más que la propia y sana ambición de hacer todo lo posible por el bienestar de los ciudadanos. Junto a ellos, por desgracia, están los otros ambiciosos, los que no tienen escrúpulos, los que no tienen ideas, más que ideas huecas, falsamente progresistas, todas dirigidas a un punto: cargos, cargos, cargos, y vivir del cuento.

Creo que la gente puede dedicar toda su vida a la política, creo en gente que se forja un camino laboral y decide dedicarse por entero a la política por el ideal. Pero no puedo creer en gente que ya antes de hacerse un hueco en el mundo laboral, o al menos no tener decidida o terminada una carrera, una especialización laboral o haya al menos buscado su sustento más allá de la política, quiera meterse en ella de lleno y vivir de artificialidades.

Las juventudes de los partidos han de ser una cantera de los futuros miembros del partido, personas que han ido adquiriendo experiencia y que comparten todos una cosa en común: el ideal y el programa, no la ambición ni el personalismo. Y todas las juventudes de los partidos caen, y en esto también se incluyen las Juventudes Socialistas, a ser una cantera no de ideales sino de ocupantes de cargos. No para hacer, sino para no hacer. Las luchas que hay en los partidos y todas sus secciones no son luchas por el programa A o el programa B, sino porque fulano o mengano tengan su cargo y vivan del cuento. Y a esto las juventudes han representado idénticamente los conflictos de los partidos.

Hay personas, una persona, sin oficio ni beneficio, que puede acumular en su tarjeta de visita hasta tres cargos, como dirigir unas juventudes, ser técnico municipal de nada y ser diputado. Lo que no es ni mínimamente explicable sin manipular las palabras y los conceptos es tener un cargo con un sueldo a costa de los presupuestos municipales que solo se da por ganar un puesto y tener que vivir de algo por argucias. Lo que no es natural es que una persona sea diputado de la noche a la mañana sin un mínimo mérito para serlo. ¡Qué pensarían los griegos, creadores de la democracia, o los romanos, creadores del derecho! Creo en el mérito, en el cursus honorum basado en el mérito. Si criticamos a gente como Manuel Pizarro o Álvarez de Toledo, que ganan sus escaños sin méritos internos en las filas conservadoras, más que el “mérito” de embolsarse varios millones o de dejar por los suelos la independencia y rigor periodístico por servir a las directrices partidarias… deberemos también condenar lo mismo que ocurra, aunque sea en el seno del socialismo, ¿no? Si no pecaremos de hipócritas.

No es una crítica por ser la persona fulana o la persona mengana, no es la persona, ni mucho menos. Es el método, es la vía, son los actos. Convertir las juventudes de la región en algo menos que nada, sin voz entre la juventud, moviendo hilos para acabar con quien pueda elevar una voz distinta, hacer prácticas que rozan los límites de la ética (o de la legalidad, mismamente), o no ver lo que es la realidad, que no tenía peligros y que podía haber hecho exactamente lo mismo, o estar donde está ahora, con actos de integración, de buena voluntad. Y por añadir, con ideas propias basadas en el ideal socialista y no en la simple ambición personal. Porque, ¿ambición para qué? ¿Cargo o ideas?

Si no se ve el tremendo daño que esas actitudes crean entre la gente, es la constatación de que entre los dirigentes de los partidos hay muchos al único servicio de sus intereses personales, y ya por eso gente a la que hay que rechazar y alejarse. Pero por eso mismo temer lo que muchos ven: en la política hay gente sin escrúpulos. Y con eso solo salen perjudicados la ciudadanía misma y los que trabajan en la política por el ideal.

El socialismo no es eso. No es eso, no es eso, parafraseando a Ortega.

domingo, 11 de mayo de 2008

Por una Globalización Alternativa




El termino globalización, es impreciso ya que puede conllevar otra visión global, yo distinguiría entre:

La Buena Globalización: Se podría definir como aquellos movimientos influenciados por una visión internacionalista de la Sociedad, tales como Internet que hace posible la expeditiva difusión de ideas políticas o corrientes de pensamiento como la alterglobalización, y otros movimientos (skaters, emos....) como también supone la facilidad para conocer lo que ocurre en otra parte del mundo(Aunque esté cribada en algunos regímenes dictatoriales). También, nos proporciona un incremento transcendental de eficiencia y proliferación de dispositivos electrónicos.

La Mala Globalización: es el capitalismo exacerbado que tiene caracteres legados del colonialismo .La mala globalización es la que se adoctrina del neoliberalismo, sustentada en soliviantar las funciones de regulación por parte del Estado, esto permite que las empresas predominantes cuya máxima es la “maximización del beneficio” hagan destruir paulatinamente todas las batallas octogenarias ganadas por la clase obrera para ello utilizan una serie de métodos en pro de la desvinculación del sector político y económico, para ello utilizan métodos des regularizadores como el reajuste estructural, la “liberalización” de empresas estatales, la falta de una mínima planeación económica por parte del Estado, los tratados de “libre comercio entre países” que propician una expansión comercial no compaginada de un aumento del bienestar del trabajador, como actualmente ocurre con el NAFTA en Sudamérica, la falta de valores democráticos a la hora de comerciar con países de base autoritaria, en definitiva la mala globalización promueve la vacuidad del papel del Estado en el plano económico. En otro aspecto la mala globalización homogeniza la identidad propia de los pueblos del mundo,

Pienso que es algo muy injusto denominar a la oposición de esta mala globalización antiglobalización, considero que sería más congruente hablar de alterglobalización, para mí este movimiento se caracteriza en una serie de

Basadas en propiciar un marco en el cual todo el potencial económico que produce la economía mundial repercuta en lo social, una tesitura en la cual los asalariados se sientan integrados en el proceso productivo pudiendo defender sus intereses en un convenio bilateral (Patronal-asalariados), además de formar mediante la fiscalización y el reparto equitativo de la riqueza una eficiente cobertura pública que sea fuente de la Igualdad de oportunidades entre clases además del monopolio por parte de los Estados democráticos de algunos sectores que afectan a la Sociedad, tales como (Sanidad, Educación, Energía).

La movilidad de las empresas es el principal factor de la des localización, este asunto pone en jaque a los Estados occidentales, esto provoca una concentración de una clase específica en un país o región: (Países subdesarrollados: clase obrera, productora de manufacturas, Occidente: foco empresarial enfocada al sector terciario), esta movilidad debe ser restringida hasta que el bienestar de los trabajadores más desamparados aumente de forma abrupta, yo propongo la imposición de tasas-laborales y penas a aquellas empresas que tengan un comportamiento despótico con sus trabajadores.

Los Estados deben tomarse en serio la cooperación internacional y conceder el 0,7 del presupuesto base de los Estados a países subdesarrollados para mejorar en bienestar general de la Sociedad global, además de imponer la Tasa Tobin que grava un 0,1 las transacciones financieras, cesando los movimientos especulativos y estimulando la ayuda a desarrollo. El Estado debe luchar y penalizar gravemente el fraude fiscal, sobre todo en países desarrollados.

Mitigación de la proliferación de la carrera armamentística, ilegalización del mercado armamentístico mundial y lucha contra el tráfico de armas, para ello se deben crear planes más ambiciosos que conmuten armas por alimentos y en los países occidentales la imposición de un cupo mínimo de dispositivos de esta índole.


El cumplimiento por exigencia ciudadana los objetivos del milenio, además de crear planes internacionales como la eliminación del Analfabetismo, planes que aseguren la eliminación de las enfermedades “curables” y el postergo de las incurables, además de medidas que hagan del tercer mundo un mundo competitivo con los países desarrollados, mejorando Industria y mejoramiento de sus economías, tomarse realmente en serio la Cooperación Internacional.

En el tema ecológico los Estado deben obligar a las multinacionales a renovar la tierra que han utilizado para así no perjudicar el ecosistema, obligar a la Industria Maderera a repoblar con la misma especie lo talado, premiar a Empresas que realicen productos poco contaminantes y eficientes, no comercializar productos que no cumplan los requisitos de respetabilidad ecológica.
Realizar un protocolo ecológico mundial más rígido contra las emisiones, que debería ser firmado por los países desarrollados y dar un plazo a los países subdesarrollados hasta su progreso.

Mostrar en la etiqueta de todo producto el lugar donde se ha realizado, gasto ecológico, crear un mapa mundial de localización de empresas, estilo “Google Earth” en donde el ciudadano vea donde están las empresas, número y situación de los trabajadores...

Estas son, según mi visión, las ideas más transcendentales que precursa el movimiento alter globalización, un movimiento que seguramente tendrá más vigor en años venideros...






viernes, 9 de mayo de 2008

Capitalismo Social

Debiera ser entendido este comentario como consecuencia directa al post escrito por Alberto: Deslocalización, nueva economía mixta y cambio de mentalidad. Quizás el hilo argumentativo se inicie en anteriores planteamientos en este u otro espacio de la red, escritos cruzados e inclusive algunas conversaciones entre ambos.

Dícese de cualquier planteamiento o análisis, pueda subdividirse en otros tantos, de menor envergadura, que suelen ser más manejables y fácilmente discutibles. Antes de dar debida respuesta, planteo a Alberto y demás lectores-participantes la necesidad de plantear discusiones más concretas que nos lleven a comprender el todo, como suma de las partes, previamente discutidas. Serían cuestiones más elementales y abordables, no sólo desde una óptica amena sino desde la relevancia y repercusión que suponen en el día a día, problemas de “a pie de calle”.

Soy consciente de que mis ideas aquí o allá expresadas pudieran ser mal interpretadas, pues ni yo mismo alcanzo ahora mismo a materializarlas en su conjunto. Es como si se tratase de un amplia imagen, con zonas sombreadas que con el transcurrir del tiempo se aclaran.

Quede matizado que cuando incito a una rebelión o a conceptos que pudieran parecer novedosos, no lo son tanto ni tan siquiera invito a una huida o abolición del sistema actual. Muchos pensareis que animo a la vuelta del Comunismo o sistemas obsoletos de similar característica. Pero eso es radicalmente falso.

Los principios que deben regir ese nuevo sistema que he tomado por bandera discierne de toda autoridad dictatorial o que represente la abolición de los estándares de libertad y bienestar social hasta ahora logrados, aunque aún exista margen y senda para recorrer y soñar. De ahí, que mis ideas pretendan encaminarse en la dirección de un sistema que tome como partida los éxitos logrados por la Humanidad hasta la fecha.

He de suponer que hasta la fecha el Capitalismo es el sistema que ha consolidado una estándar de vida bueno para un mayor número de personas, siempre en relación a los sistemas anteriores. Obviamente, tal y como citábamos en entradas anteriores, este sistema termina degenerando y creando una gran desigualdad social, pues por sí solo no es capaz de garantizar una cierta equidad y solidaridad entre personas convivientes en la sociedad.

La globalización ha venido a universalizar el concepto de sociedad más allá de lo enteramente nacional o fronterizo. Existe por tanto un agravio comparativo en el sentido de que las estructuras neoliberales y el poder económico o empresarial (abanderado por las multinacionales) se han hallado en un nuevo marco de referencia, donde a nivel global no existía ni hay hoy día movimientos sindicales, alternativas políticas divergentes y ni tan siquiera el menor atisbo de oposición a sus políticas, de carácter reduccionista, del poder e intervención estatal.

Irresponsablemente, la clase política y la población de los países occidentales no han impedido ni se han movilizado tras el comienzo del proceso de deslocalización de empresas en busca de la tan galopante reducción de costes. Tal es así que nos hayamos ante un fenómeno de transferencia tecnológica e industrial, base de nuestro consolidado crecimiento y bienestar social para dejarlo en manos de gobiernos no democráticos o de dudosa ética. En cambio, Occidente incrementará el número de desempleados y accederá a productos cada vez más caros, echo que incidirá en una situación inflacionista y a medio plazo economías en recesión, puesto que habrá una competencia directa por los recursos básicos, a la vez escasos.

Mi apuesta, llegados a este punto, reside en dejar de lado las banderitas, los carné de partido y ponerse el “mono de trabajo”. Es otro de esos conceptos a los que últimamente tanto acudo, hablo del trabajador social. El hombre debe luchar contra su egoísmo inherente, abrir su mente a otra forma de entender la vida, de plantear la rutina del día a día. Fusionar en una lucha colaboracionista, donde no siempre se busque el interés y el beneficio propio, donde jóvenes y mayores empleen su tiempo en ayudar, participar, formar parte de la sociedad, realizando tareas en su barrio, en definitiva colaborando entre todos para un mayor bienestar común de todos y entre. En definitiva, fomentar la participación en actividades sociales, generando una sociedad rica, culta y plural, que se sienta viva y que se respire en la calle.

No obstante, de todo lo anterior no vive el hombre y, por ende, ha de buscarse una solución que de respuesta al desánimo de la juventud, a la precariedad laboral, a la soledad de los mayores, al estancamiento del poder adquisitivo, acceso a una vivienda digna y que ésta no sea un medio para enriquecerse, etc, etc.. En este sentido, quiero hacer un llamamiento para que todos demos un paso adelante en la búsqueda de una estructura económica que reduzca y elimine las deficiencias del sistema actual, un nuevo capitalismo reformado que facilite la incorporación de aquellos agentes sociales reprimidos, marginados, estancados y olvidados en lo que he venido a llamar CAPITALISMO SOCIAL.

En ese nuevo sistema no habrá reparto de riquezas, sino generación de un nuevo concepto de riqueza, que yendo más allá del meramente materialista estará basado en la educación, el conocimiento, la cultura... en una riqueza personal de personas libres e independientes, no manipulables. Será un sistema que brinde y genere oportunidades porque será un marco que no beneficie a los empresarios, al sistema bancario, sino a la persona independientemente de su condición social, en función única y exclusivamente de sus méritos.

Llegados a este punto cabe preguntarse si todo lo anterior es o no una utopía, inclusive pudiera decirse que como ideas no están mal pero deben aplicarse en la práctica. Nada más lejos de la realidad, la teoría sin práctica es como querer conducir un coche sin ponerse al volante.

Las ideas que pudieran llegar a plantearse aún forman parte de mis sombras, pero pudiera comenzarse con...

1) Una clase política sensata y coherente que gobernara más allá de las políticas partidistas y más en las estrategias de Estado.

2) Participación ciudadana en las tomas de decisión municipal, con verdaderas asambleas locales.

3) Transparencia y lucha anti-corrupción.

4) Fomentar nichos de mercado y nuevas empresas basadas en el cooperativismo. Creando un cuerpo estatal de gestores, administrando empresas de esta índole y poniéndolas en manos de personal cualificado, profesionales con estudios y trabajadores al uso.

5) Regenerar e incentivar la vuelta a las zonas rurales creando nuevas y ágiles infraestructuras que unan campo y ciudad, repoblando el mundo rural y generando riqueza con la mano de obra inmigrante, controlada y con una raíz cultural semejante a la nuestra (caso de Sudamérica).

6) Inversión en Industria y Nuevas Tecnologías.

7) Inversión en Educación.

8) Las dos anteriores, pero no de forma anecdótica sino con responsabilidad y con Pactos de Estado.

9) ...

Deslocalización, nueva economía mixta y cambio de mentalidad

La socialdemocracia clásica no ha tenido entre sus prioridades históricas la creación de riqueza.
Más bien se ha preocupado de la gestión de susodicha riqueza en favor de la ciudadanía (mediante la protección social y la redistribución).

Desde luego, el neoliberalismo ha hecho hincapié en la pura creación de riqueza, pero sin atender demasiado a la necesaria supeditación social de esta. La riqueza como tal, (mesurada en los índices de PIB) no es de por sí, sinónimo de prosperidad social.

La nueva izquierda no debe abandonar, en mi opinión, la redistribución de la riqueza, ni tiene que dejar de aplicar instrumentos como la “renta básica de ciudadanía”… etc, pero sí sería necesario estimular también el crecimiento económico.

Una reconfiguración de la antigua economía mixta (sin olvidar nunca las necesarias fronteras social-privado, ni cuales son los valores sociales que nos mueven), parece ser una buena salida a esta cuestión.

La sinergia entre sectores públicos y privados parece inevitable. La existencia de la economía privada, además de legítima, no tiene porqué ser negativa siempre que esté acotada y definida Es cuestión de aprovechar la tesitura.

Del sector público hay que extraer el interés general, la legitimidad del Estado también para gestionar la economía nacional y para tratar con las transnacionales y el equilibrio entre regulación y liberalización (que puede ser objeto de gestión privada y qué es irrenunciable para el Estado.

Y del privado, podemos extraer como positivo el dinamismo y la vocación innovadora de los mercados.

Hay que definir entonces que es irrenunciable para el Estado Social, que materias son intocables para que un Estado funcione correctamente. Y en mi opinión estas son la sanidad, la educación, la energía y gran parte de la industria y del mercado de trabajo.

¿Cómo convencer a los “amos” de que tienen que ceder terreno al Estado? Mediante la generación de una nueva filosofía de empresa (lo hablaba ayer mismo con Bitdrain en una de nuestras interesantes conversaciones).

Convencer a lo privado de que no se trata simplemente de separar lo público de lo particular, como proponía hacer la socialdemocracia clásica, sino de lograr una cooperación (¿quimérica?) entre ambos estadios, el general y el particular.

Hay que cambiar esa culturaque considera al trabajador como una mercancía, cuyo puesto de trabajo puede ser llevado de Avilés a Shangai pasando por Moldavia sin que ningún gobierno se inmute ni pueda hacer nada.

Hablo, desde luego, de la deslocalización de puestos de trabajo a manos de multinacionales. Este dramático fenómeno es una innegable fuente de desempleo, decadencia, aislamiento, desafección e inestabilidad social. Y aquí, como en tantas otras cuestiones, el Estado ha de tener voz porque tiene los votos de los ciudadanos y está obligado a defender los intereses de los ciudadanos sobre los de las transnacionales. Bitdrain en este punto, propuso algo muy interesante: dar facilidades fiscales a las empresas y aumentar la inversión estatal en I+D+I para mejorar la productividad y evitar la deslocalización. Esta sería la protección social del trabajador más efectiva, porque se realiza a priori y no cuando el inmenso mal ya está hecho.

Vuelvo al que es el tema central de la cuestión: cambiar la cultura empresarial (y social) respecto a las relaciones del trabajador con la empresa y de la empresa con el Estado. Ardua tarea que como casi todos convendremos, tiene que tener incidencia desde el temprano periodo educativo.

Evitar la deslocalización, lograr en las empresas una mayor sensibilidad ecológica, instar a un reforzamiento de la investigación y el desarrollo… etc implica tener que lograr grandes cambios en la mentalidad sináptica de mucha gente. Creo que detrás de este proyecto regeneracionista está una de las metas del reformismo social: humanizar el sistema para garantizar a todos una existencia más digna y humana.

Convertir el inherente y prsente egoísmo en conciencia y responsabilidad cívico-social. Conseguir que el Estado se refuerce y coopere eficazmente con el sector privado traerá sin duda riqueza y prosperidad. Riqueza para los Estados (pero también para las empresas) y prosperidad para los Estados Sociales, que podrán seguir redistribuyendo y ofreciendo prestaciones sociales a sus ciudadanos.

lunes, 5 de mayo de 2008

Del socialismo al Trabajo Social


Quisiera hacer pública mi manifesta crítica a las opiniones aquí vertidas, en busca de un consenso no fácilmente alcanzable sin una previa exposición de ideas. Me escudo en la concepción argumentativa de que cualquier idea plasmada en un papel reluce con verdadero optimismo y fervoroso éxito ante entuciastas partidarios.

Como muchos se han cansado de comentar a lo largo de los diferentes medios, nuestra cultura occidental está cimentada sobre una "economía de mercado", que algunos denominan capitalismo y otros sistema neoliberal. De por sí, este sistema no introduce desigualdades y deficiencias al sistema social. A mi modo de ver, el sistema económico vigente es como un enorme tablero donde tiene lugar la "partida" y donde se desarrollan las actividades comerciales e interacciones humanas de cualquier índole.

Se ha de suponer que las condiciones de juego no son iguales para todos, lo cual quiere decir que cada uno de nosotros parte con unas cartas y que según como las emplee logrará tener cierto éxito o no. Estudio aparte merecería lo que se entiende por éxito.

El problema aparece en el sentido de que no todos nacemos con las mismas cartas, ni que tan siquera podemos llegar a soñar con manejarlas. Ahí comienza la deriva del sistema, donde unos pocos poseen las cartas importantes, las que predominan y con las que se puede sacar interés del sistema para uso propio.

Muchos de mis compañeros han venido a hacerse eco del mensaje lanzado, no se sabe muy bien por quien, de que la izquierda está en crisis. Dudo que esto sea cierto, pues si analizamos el plano geopolítico internacional, allí donde la población sufre, allí donde las desigualdades son tan crecientes, allí se impone la izquierda, radical y populista para algunos, fundamental y necesaria para otros.

En Occidente, esa izquierda tradicionalista no ha sabido adaptarse a las circunstancias por el simple hecho de que un comunista no puede pretender la abolición de clases sociales, el reparto igualitario de los recursos y luego ir por la calle en un BMW y un iPod.

¿Está la socialdemocracia o la izquierda en crisis? Bajo mi humilde opinión son los valores de la izquierda los que están en crisis, no la izquierda en sí. Sin entrar en detalles a nivel de partido, queda claro que la población se ha cansado de un discurso que incita a las masas y que reduce en las prácticas lo prometido con las palabras.

La ideología no puede ser sistema ni punto de montaje práctico sin un sustento económico, sin un programa económico que justifique el alegato de la palabra. ¿Pueden los socialdemócratas oponerse y criticar el capitalismo devorador si luego sus representantes políticos lo emplean en la acción de gobierno? ¿Dónde queda la moralidad de los hechos?

La socialdemocracia, enmarcada en el siglo XXI, es una corriente meramente conservadora. No intenta modelar o reformar el sistema, sólo reducir pequeñas diferencias, sin oponerse a los desagravios sociales. Por tanto, se sustenta y realimenta en el capitalismo vigente. Izquierda debería implicar gasto social, extensión de servicios públicos y aumento de la calidad de dichos servicios, implica acciones que reduzcan el desequilibrio social y económico entre personas, medidas que mejoren drásticamente la situación de los grupos sociales marginados y desfavorecidos.

Cómo es posible un "gasto social" si cada vez los Estados tienen menos peso como aparatos administrativos, si cada vez el aparato del estado ingresa menos capital y centra sus esfuerzos en un superávit fiscal, que de darse empleará en gasto. La receta clásica de incentivar la economía reduciendo el impuesto a empresas y a particulares, para luego recaudar a través de impuestos indirectos (IVA, petróleo, alcohol,...). Si la izquierda promueve la igualdad, qué tiene de igualitario qué todos paguemos los mismos impuestos por productos que en ocasiones son de primera necesidad.

¿A quién representa la socialdemocracia? A la clase acomodada que tiene algo de conciencia social, que no quiere perder sus privilegios pero tampoco se olvida del papel del estado como agente social y proveedor de servicios.

Por tanto, me atrevo a desmentir a aquellos que creen que la socialdemocracia puede representar a todos los sectores sociales, o que pueda siquiera representar a toda la izquierda. No nos engañemos, un Frente Popular no es posible.

Occidente necesita la izquierda plural, todos los sectores sociales deben de verse representados e identificados sin que ello justifique una merma de la libertad social del pueblo, sin que el estado se radicalice. La pluralidad es tan positiva como necesaria, si queremos un sistema que represente la justicia social.

La socialdemocracia no será aquello que los políticos enarbolan ni lo que el pueblo necesita, si la socialdemocracia no recorre la vía a un nuevo socialismo, no tan alejado de posturas ya olvidadas, postulados no necesariamente comunistas como muchos estareis pensando.

La izquierda no necesita redefinirse pues la ciudadanía sigue teniendo los mismos problemas básicos, denominados pobreza, marginalidad, igualdad de derechos, libertad.... los ideólogos deben dejar de teorizar, los historiadores deben dejar de reinventar la historia. Es hora de que los economistas reinventen una vía, un nuevo sistema económico de izquierdas, viable y que garantice una convivencia social más justa e igualitaria, beneficiosa para todos. Tan sólo es eso,

Trabajo Social.




Karl Marx 1818-1883


Hoy 5 de Mayo, hace 190 años, nació en Tréveris, en una familia burguesa de origen judío, el que estaba llamado a ser el padre del socialismo científico y el pensador filosófico más importante para millones de personas.

Karl Marx, como en broma decía, “en cuanto a mí, no soy marxista”. Para empezar, no era proletario, era burgués, y desde el principio fue un liberal radical, un demócrata, poco a poco derivando a la aceptación de que sólo la emancipación de la clase oprimida, el proletariado, podía ser posible a través de una revolución que fuera la expropiadora de los expropiadores y acabara debilitando el Estado hasta hacerlo desaparecer y sólo entonces es cuando el hombre, por fin, sería libre y viviría en la sociedad comunista.

¿Qué queda hoy del legado de Marx? Sus ideas influyeron en los partidos socialistas del mundo, acabaron por hacer temer a los burgueses del peligro de la revolución y de echarles a los brazos del fascismo y del autoritarismo. La derrota fascista en la II Guerra Mundial elevó al primer país socialista a la categoría de superpotencia y alumbrador de la ideología marxista sobre casi la mitad del planeta.

Pero una ideología impuesta por medio del terror, no por el convencimiento, por perversión de Lenin del pensamiento de Marx: de ser el hombre explotado por el hombre, se pasó a la explotación del hombre por el Estado. Una maquinaría estatal despiadada contra el individuo y su conciencia para fortalecer un Estado portador de una ideología que, paradójicamente, en su fin último estaba el debilitamiento del propio Estado para su desaparición.

La caída de la URSS y del bloque socialista llevó a la izquierda mundial a una crisis que aún arrastra: la utopía había caído, la verdad del totalitarismo soviético hizo hundirse a la izquierda del socialismo, un hundimiento del que todavía no sabe salir a flote. Y a la socialdemocracia, que abrazó sus postulados pero los adaptó según las circunstancias de los cambios del mundo, todos siguiendo a Bernstein, también entró en una crisis de fe al derrumbarse el único modelo económico alternativo al capitalismo neoliberal más despiadado.

Las únicas islas de sistemas socialistas, como Corea del Norte, no es más que una dictadura de un estilo orwelliano; Cuba quiere mantener los logros revolucionarios e intentar liberarse de la herencia castrista para abrirse; China no es más que una dictadura neoliberal justificada bajo un nacionalismo furibundo que por un pretendido socialismo.

Del marxismo, de su evolución e interpretación, sólo queda la socialdemocracia, democrática, partidaria de la libertad, sensible a la injusticia y portavoz de los humildes. Y en crisis.

Hay que leer e interpretar a Marx para relanzar la nueva socialdemocracia.

REVISIÓN ECONÓMICA DE LA SOCIALDEMOCRACIA Y “NUEVA VÍA”.

¿Qué entendemos exactamente por socialdemocracia? Podríamos decir que el “núcleo duro” de la socialdemocracia consiste en corregir los excesos y abusos del capitalismo en un marco democrático y mediante la acción de los poderes públicos.

No obstante, esto es sólo una aproximación, porque la socialdemocracia es un concepto en revisión permanente. Y es saludable que sea así, porque demuestra hasta qué punto el socialismo reformista ha sabido y sabe adaptarse a los nuevos tiempos. Porque de eso de trata: a nuevos retos, nuevas respuestas. Y es ahora cuando urge, por tanto, una revisión de la socialdemocracia, adaptada al período actual que nos toca vivir: globalización económica, crisis energética, aparición de nuevos sujetos en el tráfico internacional… la socialdemocracia debe armarse de un nuevo ideario y de nuevas herramientas que le permitan afrontar el futuro con garantías de éxito. Y el éxito del modelo socialdemócrata debe ser el éxito de individuos libres, en tanto que miembros de una comunidad. Aunar las garantías individuales en el seno de una comunidad orientada a corregir injustas desigualdades, he aquí el motivo principal que debería regir cualquier revisión de esta ideología. La diferencia está en los instrumentos necesarios para lograrlo, por fuerza distintos en el marco actual que hace un siglo.

Pero vayamos ordenando conceptos y definiendo claves. En primer lugar, el modelo económico. ¿Es incompatible la economía de mercado con la socialdemocracia? A todas luces, no. La socialdemocracia no es enemiga del mercado; es más, reconoce los beneficios del mercado en determinados aspectos como generador de riqueza. Pero pretende corregir los fallos del sistema porque, desgraciadamente, la historia viene demostrando que el mercado es imperfecto y genera desigualdades. El último ejemplo lo tenemos en la crisis de las hipotecas “subprime”, básicamente una crisis de liquidez, que se está extendiendo por todo el mundo. Desde hace años los liberales a ultranza, los llamados “neocon”, venían clamando contra el supuesto y denostado intervencionismo y la regulación estatal; su máxima era que todo funciona mejor cuando no se interviene, recuperando el pensamiento de los ideólogos clásicos del liberalismo de una forma casi exponencial.

Pues bien, no todo es tan sencillo. Aparece de nuevo una de las crisis cíclicas del capitalismo y es entonces cuando los neocon mudan la camisa y ruegan por la intervención estatal que evite la quiebra de bancos como el “Northern Rock” en Reino Unido, sexto banco hipotecario del país. Obviamente, el Estado debe intervenir ante este trance; los Bancos Centrales deben intervenir inyectando liquidez en el sistema financiero y, en general, deben movilizarse todos los instrumentos de corrección y supervisión del mercado creados al amparo de lo público para evitar que la crisis se extienda a todos los niveles. De repente, recordamos a Keynes nuevamente con aprecio e incluso admiración, cuando la extrema rigidez había caracterizado este último período, de inspiración claramente neoconservadora. El denostado intervencionismo podría de repente salvar la brecha financiera creada al amparo del liberalismo.

Deberíamos extraer algunas lecciones de todo esto para la socialdemocracia en el campo económico. A mi juicio, básicamente una: el equilibrio. Ciertamente, no debemos sin más renunciar a regular el sistema financiero, porque puede derivar en catástrofe. Pero al mismo tiempo deberíamos facilitar y simplificar los cauces del libre mercado en otras áreas, de forma que se favorezca la iniciativa privada que se muestra generadora de riqueza, con medidas orientadas a agilizar los trámites de creación de empresas y a rebajar la presión fiscal sobre los ciudadanos cuando el ciclo lo permita.

A propósito de la iniciativa privada, recordemos el famoso reparto de la tierra comunal que hicieron cuatro familias en la China de Den Xiaoping y que marcó el ascenso económico del gigante asiático. La productividad de la tierra se duplicó en apenas un año. Y los pragmáticos dirigentes chinos decidieron aplicar el modelo en todo el país. Hoy, China es la cuarta potencia económica mundial y se calcula que 300 millones de ciudadanos han salido de la pobreza. Ciertamente se enfrenta a retos fabulosos, pero los números son los números. Teniendo esto en cuenta, no despreciemos el poder del ánimo individual y del mercado como foco de riqueza.

Alentar la iniciativa privada, en el sentido de la Tercera Vía, no es en modo alguno incompatible con la socialdemocracia; más bien todo lo contrario. La generación de riqueza es deseable desde cualquier punto de vista; la única diferencia es que la socialdemocracia no se queda en la mera generación de riqueza, como el liberalismo. Para que la generación de riqueza sea completa, debe ser justa, equitativa y asentarse en base a los principios de solidaridad y capacidad. Este es el aporte socialdemócrata y el contrapunto al liberalismo, que busca en exclusiva el máximo beneficio. La socialdemocracia procura además que el máximo beneficio sea óptimo, para el individuo y para la comunidad. Y en este sentido regula e interviene en el mercado, o al menos, debería hacerlo, dotándose de las estrategias e instrumentos necesarios. Así, los Bancos Centrales deberían ver ampliadas sus funciones en dos de sus tareas fundamentales: como prestamistas de último recurso, con objeto de garantizar la liquidez en el sistema; y como supervisores del correcto funcionamiento del sistema financiero en general. En este sentido apuntan las reformas emprendidas desde la Secretaría del Tesoro en Estados Unidos, destinadas a reforzar las facultades de la Reserva Federal.

Además de promover la iniciativa individual, la socialdemocracia ha venido luchando los últimos años con dos grandes tópicos relacionados con su modelo económico: los que acusan a los gobiernos socialdemócratas de alentar los monopolios y de aumentar la presión fiscal. No obstante, administraciones como la de Tony Blair en Reino Unido o la del propio presidente Zapatero en España, por citar sólo dos ejemplos en Europa, demuestran hasta qué punto los planteamientos de la Tercera Vía, ahora de capa caída, calaron en los partidos socialdemócratas del Viejo Continente. Es posible aunar el interés privado con la regulación pública de forma beneficiosa para el conjunto de los ciudadanos. Aquí encontramos un concepto clave: liberalización económica. La socialdemocracia no se opone a la liberalización de determinados sectores. Es saludable económicamente aumentar la oferta, de forma que el consumidor pueda optar entre diversas opciones; se favorece la bajada de precios y se liquida la pesada herencia de los monopolios, caracterizada por una auténtica ausencia de libertades individuales, en tanto que la opción ofertada era única. Lo que no es aceptable es la privatización por la privatización: es un quiero y no puedo. Es una liberalización a medias, que genera desigualdades a favor de los oferentes. No obstante, el equilibrio manda de nuevo: determinados sectores estratégicos deben ser participados por el Estado, que debería tener la última palabra. Baste citar sectores tan en el candelero como el energético o el financiero, a los que habría que sumar los garantizados por el Estado del Bienestar (sanidad, educación…).

Aquí llegamos a un aspecto clave en mi opinión: considero que el fallo fundamental de la Tercera Vía, que surgió con fuerza inusitada a finales de los 90, consistió en la falta de ambición a la hora de profundizar en el Estado del Bienestar, no ya sólo desde un punto de vista del bienestar económico, sino cívico. Tony Blair, abanderado del reformismo socialdemócrata, se dejó guiar en exceso por los criterios del mercado y terminó su mandato navegando por las peligrosas aguas del nuevo conservadurismo americano. Y así se perdió la oportunidad histórica de acometer la que hubiera podido ser la revisión del sistema más importante en los últimos 50 años.

Digo esto porque ciertamente, creo que las recetas económicas de la nueva socialdemocracia, tal y como venimos argumentándolas, son adecuadas: el aludido equilibrio entre la iniciativa privada y la regulación pública de sectores clave. Pero surgen dos problemas: en primer lugar, debemos acometer reformas económicas para lograr este objetivo tan noble. Desde reforzar y redefinir las competencias de los Bancos Centrales a mejorar la legislación buscando la máxima transparencia en los mercados; agilizando los trámites de creación de empresas; rebajando la presión fiscal, siempre teniendo en cuenta los principios de solidaridad y capacidad; orientando las subvenciones y ayudas estatales a segmentos de mercado más competitivos y que generen un mayor valor añadido…

El segundo problema que encontramos es la profundización del Estado del Bienestar. A la vertiente económica, debemos sumar la cívica: la “Nueva Vía” de la socialdemocracia debe incorporar al modelo económico el modelo de participación ciudadana. En mi artículo anterior me refería al concepto de ciudadanía y a la participación política, y al papel que en todo esto deben desempeñar las nuevas tecnologías (e-democracia, política 2.0, internet al servicio de la construcción ciudadana…) Bien, creo que es fundamental incorporar este aspecto político de libertad ciudadana a cualquier revisión socialdemócrata, si somos fieles a nuestro principio básico: corregir desigualdades. Y ello así porque creamos un círculo virtuoso: las medidas económicas adoptadas siguiendo este modelo contribuyen a la generación de riqueza; la generación de riqueza contribuye al bienestar ciudadano; los fallos del mercado en la generación de esa riqueza son corregidos por el sistema, en la medida de lo posible: no de forma que todos tengamos lo mismo, sino de procurar que todos tengamos unas adecuadas posibilidades de desarrollo personal y económico garantizadas por los poderes públicos; esas garantías y libertades deben orientarse a formar a ciudadanos, libres, críticos y con opciones de participar en la gobernanza del sistema por distintas vías, no para sustituir al gobierno, sino para complementarlo y mejorar la transparencia y adecuado funcionamiento, conforme a nuestros valores constitucionales….

Entonces estaríamos en condiciones de sentar las bases para una revisión socialdemócrata adecuada a los retos de nuestro tiempo, porque los ciudadanos somos los principales afectados: cambio climático; globalización económica; terrorismo internacional; crisis del modelo energético… la socialdemocracia no puede referirse sólo al modelo económico. Debe integrar al ciudadano si quiere aspirar a ser socialista y a ser democrática. Y no nos dejemos engañar: es posible. Y es deseable, como señalaba en el artículo anterior. Tenemos las herramientas adecuadas y los recursos económicos. Falta sólo voluntad política. Pero poco a poco va surgiendo, a distintos niveles. Como jóvenes, y como socialdemócratas, no debemos cejar en nuestro empeño. Revisemos la socialdemocracia de forma que garantice el bienestar económico, sirva e integre al ciudadano. Entonces seremos más socialistas; seremos más demócratas; y seremos más libres y más iguales.


Jorge D. Mora García
Presidente Centro Europeo Juvenil Relaciones Internacionales
www.centroeuropeojuvenil.com

http://ciudadaniaydemocracia.blogspot.com

sábado, 3 de mayo de 2008

Derecha e Izquierda



Vivimos en tiempos en los que la Ideología Neocon y sus acólitos expanden todo su poder por todos los campos de la Sociedad bajo el pretexto de que las ideologías no existen, que se anclaron en 1989 con la caída del muro de Berlín, esta disertación está invadida por una petulancia ya que descarta la acción de la socialdemocracia en los países de la Europa Occidental, yo haría una distinción en diferentes campos:(Pensamiento, educación
económico, )
Pensamiento:
La Izquierda piensa que las desigualdades no son producto de la naturaleza, y que gracias a la convención (Producto de los acuerdos de los ciudadanos libre) esta situación se podrá revocar cuando lleguemos a ese contrato social.
La Izquierda considera que las cualidades inherentes al individuo no deben constituir un motivo de desigualdad.
La Izquierda mantiene una posición optimista, ya que ese talante positivo propicia que haya cambios transcendentales en la vida
de los ciudadanos.
La derecha opina que las desigualdades entre iguales son fruto de la Naturaleza y que cualquier reducto que se oponga será en balde.
La derecha piensa que se deben establecer criterios de clasificación según las características innatas al individuo.
La derecha divulga un pensamiento pesimista, como actualmente la divulgan en economía, un pesimismo que responde más a satisfacer sus intereses individuales.
Económico: Según mi criterio, las ideologías se diferencian de forma sustancial en la economía.
La Izquierda debe preservar los mecanismos del Estados que son fuente de Igualdad de Oportunidades, en el cariz económico, la izquierda debe defender el IRPF, ya que es un impuesto basado en criterios de paridad sintetizados en el lema “que pague quien más gana”.
La Izquierda cree en el Mercado Mixto y debe apostar por la Regulación del Mercado en pro de la colectividad, respetando la libre iniciativa mediante la restricción que otorga el imperio de la ley.
La Izquierda piensa que el asalariado es más productivo cuando menos preocupaciones le acechan, y más certidumbre tiene respecto al trabajo, de este modo la izda intenta que el asalariado posea un puesto indefinido, con permiso de paternidad, guarderías en las fábricas, el aumento de los salarios de forma equilibrada

La derecha aboga por un sistema económico no regulado por ningún ente superior, promueven la merma del IRPF (a favor de los impuestos indirectos) y la destrucción de los servicios públicos, ellos creen que si el dinero reside en buenas manos (en los de siempre) y el ciudadano tiene un plus (no muy elevado) de capital pero sin cobertura pública la economía marchará mejor.

La contradicción de la derecha estriba en la intervención del Estado, aunque promueven la destrucción del mismo, cuando las decisiones les afectan a su bolsillo recurren de forma expedita al amparo del Estado, como ocurre actualmente en la economía global (Proteccionismo)

Educación:
La Izquierda considera que la educación es el pilar donde se basa la Igualdad , además de ser centro de conocimiento/refutación de aquellas ideas impositivas/extemporáneas, es obvio que con gobiernos de Izquierda como el de España, aumentando la inversión en la educación de todos( la pública) además de incentivar a los jóvenes a seguir estudiando aumentando la inversión, creando becas-salarios(que ayudan a los estudiantes a seguir estudiando), o becas-Erasmus.

En cambio la derecha se decanta por la educación privada (la de unos pocos) en detrimento de la pública, además de promover el desconocimiento de algunos valores democráticos además de constituir óbices para que los hijos de los trabajadores/inmigrantes no podamos acceder al conocimiento de forma flexible.
Me he dejado algunos temas sin tratar (ecología...), sin más me despido.

Hasta Otra

viernes, 2 de mayo de 2008

2 de Mayo, ¿fue tal y como nos lo han contado?

En plena apoteosis nacionalista, y con los fastos conmemorativos siendo retransmitidos por Telemadrid en riguroso directo, parece un mal día para salir del armario, para poner sobre la mesa las mentiras de 1808 y para reivindicar la memoria y la estirpe de esos afrancesados ridiculizados y satanizados por la prensa y la caspa del momento, y olvidados por esos mismos, hoy en día.

Hoy se conmemora, según la corriente oficialista: el más bello levantamiento popular de la Historia de nuestro país.
Un movimiento voluntarista y visceral iniciado por los más humildes, por los hombres y mujeres vecinos de Madrid que, movidos por el patriotismo, el ansia de libertad, por la voluntad de convivir en una nación solidaria y unida y de recobrar la soberanía nacional, se enfrentaron a la mayor maquinaria de guerra de la tierra. Tonterías.
Ojalá hubiera sido esto tal y como nos lo cuenta (compungida) la liberal más conservadora de todos los que se pueden hallar en esta, nuestra querida piel de toro.

La familia real huyó de España tras haber vendido la corona al emergente y fulgurante emperador francés Napoleón Bonaparte, a cambio de que este les garantizara un lujoso y tranquilo retiro en el país vecino.
Hubo españoles, principalmente militares afectos a la corona, que supusieron que la traición de la familia real era en realidad un gesto desprendido para evitar un derramamiento de sangre en España. Algo inevitable y doloroso para una familia real que escapó por la puerta de atrás.
El ideario que movió a la sublevación popular del analfabeto e iletrado pueblo de Madrid, partió de la defensa de la religión, de la tradición, de la sociedad estamental y de la monarquía; en ningún caso de la defensa de una libertad o de una soberanía nacional de las que jamás había disfrutado nuestro país bajo el pie Borbón.
El bajo clero proporcionó un discurso ideológico capaz de manipular al pueblo, arrojandolo (una vez más) a las calles y a la muerte. Esta vez contra la impiedad, el ateismo y el libertinaje francés. La Iglesia, los propietarios de tierras, los poderosos... fueron el verdadero motor del levantamiento en Madrid.
No el patriotismo, no la libertad, no la creación de un país nuevo, regido por la soberanía nacional y no por el absolutismo. Ojalá todo hubiera sido como decía hoy doña Espe. España habría sido otra cosa en el siglo XIX, y posiblemente hoy, nuestra Nación tendría una cara distinta.

Jose I (abstemio y sin embargo considerado borracho por el imaginario popular) solo recibió el apoyo de un pequeño grupo de ilustrados: "los afrancesados", que confiaban en que solo bajo el poder francés se podrían completar las reformas y la necesaria modernización de España.
Estos afrancesados, la flor y nata de la intelectualidad, fueron objeto de persecución, represión y exilio a la vuelta de Fernando VII (el rey de las tres F: el feo, el felón y el fofo). También se olvida que este José I, fue el primero que dio a España un Estatuto jurídico en el cual se podía leer la palabra "Libertad".

Fernando VII, el rey más incompetente, imbécil y negado de cuantos ha conocido nuestro país, fue el gran beneficiado de la sangre derramada por sus súbditos, por esa plebe desorientada espoleada desde las sombras.
A su llegada a España, que ya contaba con más de medio millón de nuevos muertos, derogó la Constitución de 1812, iniciándose el sexenio absolutista, prolongado por la década ominosa, (con tan solo un paréntesis liberal de tres años). Ominoso es sinónimo de vergüenza, de rubor, de oprobio.

El oprobio que seguimos sintiendo muchos españoles, cuando se nos intenta manipular de tan burdo modo.
El 2 de mayo no es una fecha para celebrar, para agitar las banderitas de papel proporcionadas por el nuevo y aberrante "nacionalismo" madrileño.
Es una fecha para llorar. Para volver a maldecir el devenir de una Historia injusta, casi siempre timoneada por los mismos.
Para imaginar como habría sido una España progresista, laica, avanzada e Ilustrada, de haber sido esa, una revolución realmente liberal, realmente patriótica. O si la Nación también se hubiera revuelto contra los cien mil hijos de San Luis (la fuerza del absolutismo europeo), pero claro, esos no eran enemigos de nuestros reyes.

Una fecha para reivindicar, y que no me llamen mal patriota los de las banderitas, la figura de los afrancesados.
Los verdaderos liberales ilustrados y también los verdaderos patriotas. Porque, ¿hay algo más patriota que poner en manos de la Nación (y no de la arbitrariedad personalista) los destinos de sus propias vidas, como ciudadanos y no como súbditos?

11 de septiembre de 1714, 2 de mayo de 1808... fechas que sirven, en definitiva, para dar pábulo (y alpiste) a muchos individuos, aún hoy tantos años después. Manipulaciones históricas en favor de los de siempre, en contra de los de siempre: de los que pierden, de los que mueren por nada, de los que fueron engañados por los primeros.
Siempre, siempre, siempre es igual, pero por favor, que no nos intenten manipular (otra vez) de esta forma.