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martes, 26 de agosto de 2008

La izquierda europea

El discurrir histórico de la izquierda europea ha sido diverso tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Los partidos socialdemócratas adquirieron nuevo vigor y vieron la victoria de sus planteamientos económicos del Estado intervencionista; el Estado del Bienestar se empezaba a construir. Por su parte, los partidos a la izquierda de la izquierda, los comunistas, veían recompensado su lucha antifascista con grandes apoyos electorales en Francia, Italia y el Este, hasta llegar incluso a ser en aquellos momentos el primer partido nacional.

Suecia ya conocía gobiernos socialdemócratas desde los años 30, siendo el primer modelo de construcción del Estado del Bienestar y referente de la izquierda no comunista como alternativa a los Soviets. La historia política nórdica ha dado un gran predominio del partido socialdemócrata en Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca. La Sección Francesa de la Internacional Obrera (SFIO) vio un proceso de unión de fuerzas hasta crear el Partido Socialista de Mitterrand y ganar las elecciones en 1981. El Partido Laborista británico ganó las primeras elecciones tras el conflicto bélico y se caracterizó, hasta Tony Blair y sus tres victorias consecutivas, en gobiernos cortos, no más allá de una legislatura, y una política clásica a veces no muy adaptado a lo que Reino Unido necesitaba. Tanto se degradó que el último hachazo lo dio Thatcher desmantelando el sistema del bienestar bajo la bandera del neoliberalismo. El SPD alemán, el gran partido modelo de la socialdemocracia, hubo de renunciar a lo poco de marxismo que le quedaba en su discurso en 1959 para pasar al gobierno de la mano de democristianos, y luego en compañía de los liberales y los verdes. El Partido Socialista Italiano vivió a la sombra entre el poderoso Partido Comunista, y la Democracia Cristiana, llegando al gobierno con éstos en el llamado pentapartito para privar del acceso al poder de los comunistas.

En España no tuvimos oportunidad de decidir libremente hasta la muerte del dictador, y se reveló que el PCE, muy fuerte en la oposición al franquismo, no tenía nada que hacer frente al PSOE. Si en este caso pudiéramos hacer un análisis de la situación, tendríamos que ver los apoyos socialistas en la II República y los actuales. En la República, los apoyos le venían de las regiones y centros urbanos industriales (Madrid, Asturias, País Vasco, País Valenciano y los jornaleros andaluces no anarquistas). Esos apoyos le valían entre 2 y 4 millones de votos. En la nueva etapa democrática, el PSOE tiene, más los apoyos entre los trabajadores urbanos y rurales, los de la nueva clase media creada bajo el régimen dictatorial. Podría decirse que tiene los apoyos electorales clásicos, los trabajadores, más los que recogería un partido liberal progresista si existiera. Así es el resto de partidos socialdemócratas: su gran éxito fue la integración de clases para dar con partidos de izquierda, moderados, pero muy reformistas.

La caída de este modelo viene pareja a la crisis del sistema económico, los años 70 y 80. No fueron su inmediato declive, pero si los inicios, para mostrarse en toda su manifestación desde los 90. Porque la manifestación del declive fue la renovación misma en la derecha. La derecha había acabado por aceptar la intervención estatal en la economía y el Estado del Bienestar para dar nacimiento a una derecha, proclamada liberal, pero que nada tiene que ver con el antiguo liberalismo: inhibición total en la economía, privatización sistemática de todo lo público, rebajas impositivas a sus electores, esto es, las clases más ricas, y un profundo conservadurismo social en un nacionalismo étnico extremo, discriminación de las minorías y la ideología clasista más rancia. Todo empezó con Ronald Reagan en Estados Unidos, pero el mayor paradigma de esta nueva, y ahora vieja, derecha, es Margaret Thatcher. Una cosa que todos tenemos que aceptar, una cosa hicieron bien: los tuvieron bien puestos para atreverse a imponer sus programas. Otra cosa es que no compartimos sus postulados. Pero la izquierda no supo evitarlo, porque no supo actuar previamente. Y ahí comenzó la caída.

El hecho más dramático es la propia caída del socialismo italiano, cómplice de la Democracia Cristiana en los múltiples escándalos de corrupción sacados a la luz por Di Pietro en Manos Limpias. Se quedó al 1% como castigo y se inició la diáspora socialista en pequeños partidos. Curiosamente era el Partido Comunista, convertido en Democrático de Izquierda, quien ocuparía su lugar. Ni la unión socialista hace poco tiempo ha servido para volver a dar energía a algo en lo que los italianos no muestran confianza. Es un hecho curioso que un partido comunista renuncie a sus principios, acepte de nuevo la socialdemocracia y sea capaz de seguir siendo uno de los dos grandes partidos italianos, añadiendo ser capaz de unirse a democristianos progresistas y dejando fuera del parlamento a sus escisiones del comunismo ortodoxo. Visto que actualmente los partidos de la izquierda comunista en Italia, España y Francia estén en un apoyo electoral ridículo, creo que sería muy positivo que siguieran el mismo camino, porque eso sí sería de ayuda para una izquierda unida muy fuerte ante la derecha.

Y en Alemania la cosa cambia, la unión de los socialdemócratas descontentos con Schroeder y los antiguos comunistas del Este sí ha dado un partido de izquierda bastante considerable hasta en el Oeste. Ahí está la debilidad de la izquierda, pero, ¿por qué se divide? Por abandonar parte de sus postulados y bases clásicas. Ahí está toda la lista de Ciudadanos, UPyD, Die Linke… y la extrema derecha.

¿Hay acaso un modelo unificado? No, la Internacional Socialista se ha desvirtuado y vaciado para ser un foro de partidos totalmente independientes, que aplica su política independiente frente a los problemas existentes. Incluso medidas opuestas, como que el Labour Party apoye la reforma de las 65 horas y otros partidos europeos la rechacen, o cada uno mire a un nacionalismo propio en materia energética, o acepten la idea de la derecha de que la inmigración es negativa. Sin olvidar que se ha aceptado la existencia de la gestión privada de lo público. Es una política de parches a un sistema económico que demuestra una vez más sus crisis periódicas y ante la cual la izquierda no sabe proteger a su base, a las clases humildes.

La lógica de un partido de masas impone una estructuración en jerarquía, el crecimiento genera una burocracia inmensa, destinar unos grandes recursos al mantenimiento, y control, del propio partido, que ha derivado más en proteger a la cúpula dirigente de las bases, y a usar éstas en la manipulación y fraccionamiento de corrientes personalistas bajo una excusa ideológica. Todo se reduce a votos, números: clientelismo. Si pudiéramos coger una frase del argot comunista, la "decadente sociedad burguesa", en este caso los partidos de izquierda han heredado, y de ello no se excluyen ni los comunistas, algo "decadente burgués", el antiguo clientelismo, la vinculación personal y no ideológica. Al observar la historia, toda construcción es perfecta en su inicio, el tiempo lo degrada. El viejo imperio romano de Augusto, el imperio carolingio, la unión soviética… eran máquinas perfectas en manos de su creador, ellos sabían qué había que hacer y con quién debían contar. Pero pasados una generación esto no es así, y el mérito y la fortaleza se sustituyen irreversiblemente por el favor y la debilidad. Ése es un grave problema de los partidos socialistas, en un momento de crisis ideológica no son las ideas lo que sostienen al partido, y no es de extrañar las luchas personales (Blair-Brown en Gran Bretaña, el fraccionalismo italiano, Royal y los "elefantes" del socialismo francés…)… es, al final, la derrota del proyecto.

Creo sinceramente que la victoria de la izquierda pasa por el discurso fuerte, pero basado en la realidad, por eso no hay que tener miedo al abrir una reflexión. Y, sobre todo, la izquierda siempre ha sido la rebeldía contra el inmovilismo, otrora burgués, ahora de viejas jerarquías. Es en el mérito y en la eclosión de ideas donde está la solución a esta ecuación que es la victoria y futuro de la izquierda. Un liderazgo fuerte, basado en un proyecto más que en la persona que lo represente, porque al final esa persona que esté delante solo es la punta de un iceberg de personas e ideas.

lunes, 11 de agosto de 2008

El niño 44


Acabo de terminar mi lectura de “El niño 44”, de Tom Rob Smith. El protagonista, el ruso Leo Demidov, héroe de guerra y oficial del MGB, el Ministerio de Seguridad del Estado de la URSS, es decir, un ejemplar ciudadano soviético, creyente en el sistema, en la construcción de la sociedad socialista, y aparte un verdugo mismo del sistema.

Porque en esa sociedad perfecta hay una cosa que no existe: el crimen. Existe la igualdad, las clases se han extinguido, por tanto el crimen es innecesario y no existe. Y cuando se comete uno, tiene que enfrentarse a que el aparato del sistema lo oculte, aunque la víctima sea el hijo de otro miembro más del sistema. La envidia de los subordinados sin escrúpulos lo lleva hasta llegar a culpar a su propia esposa de espionaje.

No voy a decir más de la trama, os recomiendo leeros el libro. Para mí ha sido una fascinación leer sobre el período final estalinista, el horror totalitario y la histeria colectiva donde un inocente se puede convertir en sospechoso, un criminal en verdugo y el propio verdugo en víctima del sistema. Donde cada ciudadano es sospechoso, es vigilado y todos tienen su sitio según la decisión del Estado, sin libertad, sin quejas, y sin esperanzas. Así es como el paraíso del proletariado se convirtió en la más perfecta explotación del hombre por el Estado. En una sociedad perfecta no caben las “anomalías”, y si existen, como supuestos traidores, homosexuales, disidentes… deben ser eliminados.

En la dictadura del proletariado no cabe la verdad frente al sistema, la verdad es lo que dice el sistema, es la nueva fe, la nueva inquisición.

Os lo recomiendo de veras.

domingo, 3 de agosto de 2008

Reflexiones sobre cuestiones nacionalistas (I)


El tema de este mes nos propone analizar el papel de la izquierda tanto nacional como europea, identificar sus vicios y buscar nuevas ideas, nuevas estrategias renovadoras que los subsanen y corrijan, con el fin de lanzar nuevas y más atractivas propuestas.

Al mismo tiempo, Daniel abrió (si me lo permite) la caja de los truenos. Una reflexión sobre el nacionalismo, la situación lingüistica del castellano en las regiones con dos lenguas oficiales y otras cuestiones relacionadas.
Estos temas, por delicados y por transcender desde el terreno de las ideas hasta el de los sentimientos, mueven muchas reacciones, actitudes y pasiones enfrentadas.

Pero no por ello debemos pasar de puntillas y limitarnos a mirar de reojo la cuestión sin "meternos en harina".
Además, en mi opinión, uno de los errores de fondo de la izquierda nacional tiene que ver con esta cuestión.

Y es que de un tiempo a esta parte siento un gran desasosiego al comprobar que faltan voces dentro del socialismo catalán que defiendan con normalidad y sin tapujos ni miedos, aquello que se ha dado a llamar neutramente el "Estado Español", y que siempre se ha llamado España.
Esta sensación subjetiva se profundiza tras atender a las resoluciones del último congreso "nacional" del PSC.
Como partido autodenominado "catalanista" y empeñado en arañar votos a los nacionalistas de carnet como CiU o ERC, el PSC ha quedado desnaturalizado, desdibujado.

Nos quejamos muchas veces de que el PP se adueña de España, pero es que en esta cuestión, se la hemos puesto en bandeja. El PP se presenta en Cataluña como "el único partido constitucionalista".

Lo que la Constitución enuncia sobre la cuestión lingüistica es que el castellano es la lengua oficial en todo el territorio español. Esta oficialidad será complementada, yuxtapuesta (no solapada) por las lenguas regionales, si las hubiere.
El nacionalismo reinante en Cataluña desde hace décadas, siempre ha tomado medidas que más que la cooficialidad y el enriquecedor bilingüismo , buscaban la solapación, la sustitución de una lengua por la otra.
Escuelas, organismos oficiales, instituciones y hasta tiendas de barrio han sido los campos de maniobras de los obsesionados nacionalistas.
La inmersión lingüistica y cultural atañe a los ciudadanos y por ende también a los partidos.
Es por ello que el PSC ha pasado de ser el partido de los humildes emigrantes extremeños y andaluces de las primeras décadas de la Democracia, a ser un partido cuasi-nacionalista.
El PSC se puso, habilmente "a la última moda" electoral aunque por el camino se dejaron demasiados jirones y compromisos ideológicos irrenunciables.
23 años en la oposición bajo la sombra de Pujol les hicieron comprender que las batallas de las urnas catalanas se libran en lo identitario, en lo sentimental y en la particularidad. En segundo término quedaron ideas como la igualdad, la solidaridad, lo social, eclipsadas tras lo nacional.

La política lingüistica quizás solo sea la punta del iceberg. El castellano en la escuela, en los medios y en las instituciones públicas están muy por debajo del márgen de la dignidad.
Pero solo es un síntoma de algo más: de un incomprensible complejo de inferioridad, de un victimismo insostenible que justifica la imposición del catalán por la idea de que solo crecerá y se afianzará socialmente si lo hace a costa del castellano, (inocente representante de un pasado de opresión identitaria y política que acabó en 1978).

1978, cuando se promulgó aquello del bilingüismo, la cooficialidad, la convivencia de los enriquecedores elementos culturales que componen nuestro país.
Eso tan sencillo, razonable, positivo. Eso que tanto pica a algunos. Eso que está siendo dinamitado.
Es cierto.

Dos horas de castellano a la semana no es bilingüismo.

Una televisión pública 100% catalonófona no es bilinguismo.

Promocionar económicamente con fondos públicos el etiquetado y el rotulado de productos y comercios en catalán y multar los que lo están en castellano no es bilingüismo.

Unas instituciones incapaces de expedir un documento oficial en una de las dos lenguas oficiales no es bilingüismo.

Los requisitos excluyentes para acceder al funcionariado o a cualquier otro puesto cara al público, no es bilingüismo.
Ergo, no se está cumpliendo la ley. La está incumpliendo el gobierno autónomo de Cataluña ( socialistes y socios adyacentes).

Surgió un partido no nacionalista que actualmente cuenta con representación parlamentaria (pese a todas las dificultades, trabas y pese a lo dura que es ya la costra de la inmersión identitaria). Todos los partidos "catalanistas-nacionalistas e independentistas" (los que conforman el establishment) se apresuraron a tildarles de "fascistas", y "españolistas", como si el término españolista fuese un insulto mientras que ser catalanista se convierte en conditio sine qua non para alcanzar el sillón del a Generalitat.

¿Es nuestro amigo Daniel un fascista enemigo de su propia tierra?. Reflexionemos.
Solo es un "ciudadano rebelde" dispuesto a llenar con sus ideas, un espacio ahora vacío.

Un espacio que otros abandonaron voluntariamente y en tropel como una desorientada manada dispuesta a pastar en mejores y más cómodas praderas.

El espacio de la izquierda madura, racional, ilustrada y española.